En una de sus últimas apariciones públicas (durante los Hollywood Film Awards), Johnny Depp aparecía con un cabello más claro del que acostumbra, que dejaban a la vista las raíces de su color natural.
Ryan Gosling es otro de los que no duda en ponerse mechas e incluso teñirse de rubio platino, aunque sea por exigencias del guión. Y por todos es sabido que el brillante castaño con matices de Tom Cruise es el resultado de unas manos expertas para ocultar los cabellos plata que no escapan a sus 52 años.
No es la primera vez en la historia que se rompe el tabú sobre el tinte masculino. En los noventa los aclarados oxigenados fueron un hit entre jóvenes que emulaban la melena grunge de Kurt Kobain. Incluso había quienes, con inclinaciones más punk, los coloreaban de azul o verde.
Dos décadas más tarde, el hombre vuelve a hacer suya la coloración, pero con un objetivo distinto: intentar que “no se note”.
Cuando el pelo comienza a escasear, son muchos los que se ponen en manos de un colorista para que su cabello parezca más abundante. Estos estrategas del impacto estético consiguen, a través de reflejos, hacer que las fibras capilares se multipliquen ante el ojo.
Pero sin duda es la cana la que lleva al salón de peluquería incluso a los más tradicionales. Y quienes se deciden a eliminar el gris de su cabellera huyen de los acabados casco que antaño proporcionaban soluciones para aplicar en casa. Ahora las canas se matizan e incluso se dejan algunas a la vista para que el cambio no choque.
Existe una tercera vía que responde a un arquetipo más exhibicionista. Estos perfiles buscan que la coloración se note. Encabezados por futbolistas como Neymar, Sergio Ramos o Cristiano Ronaldo reclaman el color como un elemento al servicio de la tendencia que se tercie.
Motivaciones a un lado, los cambios de pigmento son una forma sencilla y revocable de darle una nueva perspectiva al look sin tener que renovar el armario entero.
Rocío Navarro
Periodista especializada en moda, belleza y estilo de vida
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